Durante un fin de semana de octubre la truficultura francesa se dio cita en Pont du Gard y Montpellier donde investigadores, técnicos y truficultores compartieron dos jornadas en las que se expusieron los resultados de diferentes trabajos de investigación que desde el programa SYSTRUF se llevan a cabo por equipos de trabajo.
Jean-Marc Olivier coordinador de los equipos de investigación / experimentación realiza una serie de reflexiones sobre el estado actual del conocimiento aportado por estos trabajos y su implicación en el manejo de las plantaciones.
El conocimiento en la sexualidad de Tuber melanosporum ha evolucionado de forma considerable planteando nuevos interrogantes y también diferentes maneras de manejar las plantaciones. Los factores que inciden en la fructificación son aun desconocidos como el “timing” de la fecundación. ¿ Se trata de factores relacionados con el clima, la fisiología del árbol u otros diferentes?. La distribución de los sexos en la trufera es también un punto clave para el éxito que está relacionada directamente con el tipo de decisiones tomadas al respecto ( plantas, trabajos, aporte de esporas…); ¿qué es bueno y donde esta el limite técnico o científico que lo justifica? Estos interrogantes son ahora más fáciles de responder debido a los trabajos realizados.
Otra sorpresa viene de la gran diversidad genética de Tuber melanosporum incluso en el seno de una misma trufa. A priori es bueno por la capacidad de la especie para adaptarse a los cambios del medio, sobre todo climáticos; pero es también una labor más ardua para un trabajo de selección como algunos apuntan. Esta selección se puede justificar para las plantas truferas muy heterogéneas, ¿pero es también bueno para el hongo?, ¿se debe conservar un máximo de diversidad genética o ir hacia una selección de líneas locales, derivando peligrosamente hacia una forma (aun relativa) de una truficultura intensiva? ¿Existe una diversidad “regional” que se debe respetar? No olvidemos que el empobrecimiento genético afecta severamente a numerosas especies domesticas en el ámbito agrícola. Sabemos también que la trufa puede estar asociada a las plantas de la trufera. Se trata de una relación no micorricica y no se conoce con exactitud como se produce, pero da respuesta a la disyuntiva de “suelo sin hierbas” frente a “trufera con hierbas”. En el primer caso se elimina todo (y funciona en ciertos casos) o se respeta esta flora (espontánea o sembrada) y también funciona. Lo que quiere decir que existen unos límites al trabajo intensivo y que el conocimiento en el funcionamiento ecológico de la trufera es muy importante para definir los caminos a seguir (adaptados a un sistema específico, diferente al “modelo de arboricultura frutera”). Estas plantas acompañantes conviene que sean respetadas y gestionadas; una vez más se pueden proponer ensayos “de campo” incluso si Systruf muestra que todavía es difícil identificar todos los indicadores ecológicos implicados.
Systruf ha respondido a una pregunta fundamental respecto a la nutrición de los ascocarpos; su conexión con la planta asegura su nutrición en carbono y en ello interviene también la evolución de la materia orgánica que asegura la nutrición nitrogenada. Todo esto genera interrogantes sobre la poda del árbol, límites, métodos, etc. Hay aquí progresos que se deben establecer con rapidez. Queda la cuestión practica sobre los aportes nutritivos en las truferas. Tuber melanosporum depende del árbol al que se asocia, como ocurre con otras especies micorricicas, aportes inadecuados pueden llevar a desequilibrios definitivos. Me parece que la gestión de la materia orgánica debe ser el centro de nuestros ensayos, lo que apoya los resultados de otro proyecto de investigación (Truf-Pyr).
Lo anterior se une a otra palabra clave avanzada en los trabajos de Systruf, la trufa es un hongo “pionero” o más exactamente asociado a un ecosistema en evolución o a “conquistar”, por lo tanto no estabilizado y no muy duradero en el tiempo. En estas condiciones comparte espacio con micelios, micorrizas, raíces, etc de competidores y otros acompañantes… y debe llegar a la fructificación que es la justificación económica final. Decir que el sistema es pionero no es solo una bonita palabra de ecólogo, es un mecanismo clave en el funcionamiento del ecosistema, ello debe ser una prioridad para apoyar de la manera más conveniente a la trufera, diferente a lo que conviene a producciones agrícolas más “normalizadas”. Esta consideración se une a numerosas observaciones realizadas que muestran que provocar o introducir alteraciones en una trufera (trabajos, animales, cortes, recepages,…) puede dar lugar a un inicio de virulencia (formación de quemado, ampliación de éste, provocar una producción inicial, recuperar una producción que se perdió, mejorar la existente, etc.). En la plantación , será necesario procurar crear y mantener las condiciones para este sistema pionero o volverlo a crear en el caso de la recuperación de truferas espontáneas; es en ambos casos un desafio para un agricultor , puede serlo un poco menos para un forestal, pero para todos habrá una referencia de cómo conviene hacer las cosas.
Para concluir lo que me tranquiliza es la coherencia o convergencia entre los resultados científicos obtenidos por diferentes equipos, también que las observaciones de campo que facilitan información puedan coincidir con los datos científicos. Existe la posibilidad de un verdadero dialogo entre ciencia y practica. El desafío ahora es juntar todo esto en un nuevo programa experimental uniendo los métodos o herramientas de los investigadores junto a ensayos demostrativos, todo ello, con destino a los truficultores.
Al hilo de las reflexiones que hace Jean –Marc Olivier en los párrafos anteriores quiero comentar algo en relación a la plantación que se muestra en la fotografía. Casualidad o no (creo que no lo es) los apoyos que se hacen, fundamentalmente en lo que concierne al trabajo del suelo y la gestión de la vegetación espontánea, coinciden con los consejos que se derivan de algunos de los trabajos publicados por los equipos franceses, pero con la particularidad que la citada plantación es manejada así desde hace ya bastantes años ( por supuesto, con buenos resultados productivos). Esta forma de conducir la plantación es fruto del conocimiento, el saber hacer y una sabiduría adquirida (no exenta de intuición) de una persona que conoce la trufa en el monte desde pequeño y que con la observación y la paciencia se ha acercado, creo que como pocos, a la comprensión del mundo de la trufera ( su frágil equilibrio, su interacción con la vegetación espontánea, la gestión de una materia orgánica evolucionada y de calidad en el quemado, el manejo del riego, del inoculo esporal, etc). Con Paco, que así se llama, he tenido la suerte de conversar muchos ratos y espero continuar haciéndolo, de ese mundo no exento de misterio pero apasionante de la trufa. Algo que agradezco enormemente.
Mariano Casas Gimeno.
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