La  reproducción de la trufa negra se viene explicando como  resultado de un largo ciclo que puede  durar hasta un  año  cuando  partimos del árbol adulto micorrizado.

Se describe su inicio con el nacimiento de micelio desde las micorrizas en marzo, abril, mayo. Paralelamente también puede producirse la germinación de esporas emitiendo nuevo  micelio. Continua con la formación de los pequeñísimos primordios (futuras trufas) durante abril, mayo, junio,  sigue con el engorde de estos primordios-trufas en el verano y los primeros meses del otoño y la maduración de las trufas durante parte del otoño y el invierno  para finalizar con la recogida de éstas , ayudados con un perro, de diciembre a marzo.

El micelio crecido desde las esporas se denomina micelio primario, frente al micelio secundario que es el que se forma a partir de una micorriza. El micelio primario nacido de la germinación de la espora formaria una micorriza en contacto con una raicilla receptora y el micelio secundario que parte de la micorriza daría ya lugar a las trufas o también podría formar nuevas micorrizas al encontrar una  raíz nueva.

Durante los meses de marzo y abril puede haber todavía trufas en el suelo  por recoger de las formadas en el ciclo anterior e iniciarse paralelamente desde las micorrizas del árbol y con la germinación de esporas la formación de nuevo micelio  reinicia  un nuevo ciclo.

Este modelo tan prolongado en el tiempo contrasta en general con la rapidez  que en  la mayor parte de los hongos se completa su reproducción sexual, que no dura más de unas pocas semanas. No es de extrañar pues que  esta “excentricidad” en la reproducción de la trufa sea puesta en duda por algunos expertos.

No se conoce con exactitud el papel que pueden jugar en este largo ciclo descrito  algunas estructuras miceliares de resistencia  como estromas, esclerocios, rizomorfos,etc. Parece probable que los estromas podrían en un momento determinado contribuir a la colonización micorrizica de las raices de una planta o incluso  a la formación de primordios sin pasar por la fase intermedia de formación de micorrizas.

Últimamente se han publicado trabajos sobre el genoma y la sexualidad de la trufa negra en revistas de naturaleza científica. Jean Demerson analiza en un artículo aparecido en uno de los últimos números de la revista “Le Trufficulteur” algunas de estas investigaciones  recientes sobre el tema.

En marzo de 2010 se publico en una revista científica de ámbito internacional la constitución del genoma de la trufa negra (Tuber melanosporum). Este trabajo fue el resultado de la colaboración de científicos italianos y franceses de varias universidades y duro varios años.

Una de las primeras enseñanzas tras la descripción del genoma de la trufa ha sido conocer que el hongo Tuber melanosporum es heterotalico. ¿Qué quiere decir esto?, los hongos en su reproducción pueden tener la condición de homotalicos o heterotalicos. Un hongo homotalico alberga en el mismo micelio ambos sexos, aunque no es correcto hablar de sexos en los hongos pues no existen como tal ( no hay diferencia morfológica a nivel de los cromosomas y alelos como sucede en las celulas sexuales de  animales y  plantas, XX  femenino y XY masculino), aparte que los hongos pasan gran parte de su vida en estado haploide (un solo juego de cromosomas en sus genes) a diferencia de animales y plantas que presentan durante toda su vida doble juego de cromosomas ( y se habla de estado diploide). Para hablar con exactitud se utiliza el termino polaridad, por lo tanto hay una polaridad de signo + y otra polaridad de signo -, micelios que son portadores del signo (+) y micelios portadores del signo (-). En el caso de hongos que conocemos y consumimos como el champiñón, la seta ostra, etc son especies homotalicas por lo que su reproducción resulta más fácil pues un solo talo ( micelio) inicia y finaliza el ciclo sexual, por ejemplo, un micelio fruto de la germinación de una espora. En el caso de la trufa se precisa de la unión de dos micelios de polaridad diferente para completar el ciclo sexual. Esto de entrada añade un nivel superior de dificultad a la trufa para reproducirse, fácilmente comprensible si pensamos comparativamente en el precio de la trufa y las otras setas, pues es indicativo de la abundancia y escasez de unas y otras.

Conocida esta condición heterotalica de la trufa investigadores italianos de la Universidad de Peruggia han realizado una serie de trabajos en truferas naturales de Tuber melanosporum. Han recogido sobre los terrenos objeto del estudio micorrizas,  trufas y muestras de suelo que contenían fragmentos de micelio de trufa y han determinado el tipo sexual y el genotipo de este material. Completaron su trabajo con el examen de  muestras de plantas de vivero de distinta edad.

Han observado lo siguiente: sobre las muestras de suelo examinadas un 34 % solamente contenían presencia de inoculo de signo  (+ ), otro 34% aproximadamente solo contenían presencia de inoculo de signo (-), un 20%  presentaban presencia  simultanea de + y – y un 10% carecía de trazas de micelio. Sería logico pensar que ambos signos estuviesen equilibrados en el suelo , pero esto no es así, es más, con el tiempo  han observado que la desigualdad se acentúa y que uno de los dos “partenair” tiende a desaparecer. También   ven un hecho sorprendente:  el micelio puede alcanzar distancias aparentemente grandes, hasta cien metros fuera del quemado que produce las trufas.

En el caso de la recogida de  micorrizas de trufa sobre un mismo lugar de muestreo se observa que bien son de signo + o bien de signo -, es decir el signo solo varia cuando se cambia de lugar para realizar un nuevo muestreo. Ninguna micorriza contiene a la vez genes (+) y genes (-), y el signo sexual coincide con el observado en las muestras de suelo.

En el caso de la recogida de trufas sobre los lugares muestreados  observan que en el punto de recogida de las trufas no se encuentran micorrizas.

En las trufas el examen se realiza sobre la gleba y sobre las esporas. La gleba de cada trufa puede estar formada por micelio de signo (+) o de signo (-) pero solo por un signo, y muestra siempre el mismo signo(genotipo) que las micorrizas del árbol huésped. Esta aportación es considerada  línea materna. Las esporas como era de esperar (fruto de una meiosis) presentan ambos signos  (+) y  (-) y llevan alelos que no se encuentran en la gleba y tienen un origen exterior que se considera  aportación masculina.

Para completar el estudio de campo como se ha indicado anteriormente también  examinaron plantas jóvenes de vivero micorrizadas, provenientes de dos lotes diferentes. Estos lotes se han inoculado cuidadosamente utilizando dos trufas, una para cada lote, una de ellas con una gleba de condición sexual (+) y la otra con una gleba de condición sexual (-).

Pasados seis meses tras la inoculación se han estudiado las plantas y observado ectomicorrizas de ambos tipos sexuales en proporción variable pero equivalente, lo que evidencia que las micorrizas son formadas  por el micelio nacido de las esporas de ambos signos tras germinar. Trece meses más tarde  la proporción  de tipo (+) y de tipo (-) es muy diferente. En unas plantas solo se ha encontrado tipo (+), en otras solo tipo (-), y aquellas en las que se han encontrado los dos tipos sexuales son escasas. También  examinan sustrato de las plantas y observan  la misma circunstancia, siendo concordante el signo o signos sexuales observados en micorrizas y sustrato de la misma planta.

Los hallazgos descritos no dejan de sorprender pues chocan de alguna manera con alguna certeza que se creía tener (?) sobre algunos aspectos del ciclo sexual de  la trufa negra. Por ejemplo, que el micelio de trufa pueda alcanzar una distancia tan larga desde el árbol que tiene las micorrizas. Otra circunstancia aparentemente contradictoria es que dos talos de signos diferentes pero complementarios y que se necesitan para completar la reproducción de la trufa se eliminen el uno al otro (? )o se autodestruya uno de ellos (?). Se sabe desde hace tiempo que algunos talos de hongos, a través de encimas que excretan, descomponen y consumen diferentes tipos de materia orgánica, micelios de otros hongos, incluso su propio micelio cuando alcanza la senescencia. ¿Pero que determina la pervivencia de uno de los talos y la desaparición de su complementario de signo opuesto?, con seguridad se desconoce  la razón por lo que esto sucede, pero como apunta Jean Demerson podría tratarse de un caso de canibalismo entre  micelios truferos imponiéndose aquel que ha alcanzado una mayor fortaleza o desarrollo, pero cabrían  diferentes posibilidades, como aquella, también plausible, de que el propio ecosistema que siempre tiende al equilibrio y a la biodiversidad induzca mecanismos  para evitar el desarrollo exacerbado de la población de una especie en detrimento del conjunto, pensemos que el hábitat natural de la trufa es el bosque y más concretamente un  horizonte edafico donde concurre una alta diversidad de vida.

A la luz de estos trabajos parece entendible lo que sucede en no pocos quemados producidos por el hongo de la trufa pero que no son productivos. Se explicaría por la existencia de un micelio de signo único que al no tener el complementario no aparecen las trufas.

También  bajo estos hallazgos surgen dudas en relación a la poca o mucha influencia que pueden  tener en la producción de las plantaciones ciertas actuaciones culturales ( poda, trabajo del suelo, etc)  que en ocasiones provocan  controversia entre truficultores. Jean Demerson se pregunta de nuevo si la caída de producción y la desaparición de muchas truferas en Francia en el transcurso del siglo veinte se deberían al desarrollo de un exceso de vegetación que acaba con las buenas condiciones para que la trufa prospere o se trataría de la desaparición de uno de los “partenaire”.

El hecho de que en las inmediaciones donde aparecen las trufas no existan micorrizas y que no haya una correlación positiva como ya se venía observando  entre cantidad de micorrizas y producción de trufas, plantea una serie de cuestiones: ¿ Participan las micorrizas en la nutrición de la trufa de modo que éstas se vacían (literalmente), hasta desaparecer, durante el crecimiento de los carpoforos?. Si así fuese,  la teoria de la independencia de los primordios de las raices cercanas del árbol desde fases muy  tempranas tras su formación quedaría invalidada. ¿O micorrizas y trufas son independientes?. Es decir, la trufa no se formaría de dos micelios de signo complementario que parten de dos micorrizas diferentes que completan el ciclo, si así fuese, las micorrizas podrían cumplir una función de órganos de resistencia durante cierta fase o fases del ciclo. L. Hutchison, micólogo Canadiense señala que los hongos que viven en simbiosis como las trufas no forman conidios (esporas asexuales de resistencia) pues no tendrían tal necesidad si las micorrizas cumplen dicho papel. ¿Cabria la posibilidad que dos micelios de polaridad opuesta que se unen  dando lugar a las trufas en un proceso meiotico  tuviesen un origen simultaneo de micorrizas, esporas, estromas, etc.?

Ante tanta duda, lo que si parece claro es que las micorrizas existentes en la raíz de la plantita que ponemos en el terreno son    capaces de alterar la ecologia  del suelo  en el ambito de la raíz  para posibilitar  posteriormente la reproducción del hongo bien con su intervención o sin ella. En los quemados, las zonas del suelo donde aparecen las trufas por la acción de las micorrizas, se  cambia su estructura, su microbiologia y su   equilibrio de vida,  hasta tal punto, que lentamente las plantas arbustivas y herbaceas que lo pueblan van desapareciendo para que finalmente aparezcan las trufas. Es incuestionable que una planta bien micorrizada ( abundancia de micorrizas de trufa negra y ausencia de contaminantes competitivos con la trufa negra) unido a los apoyos culturales más indicados posilitara de manera optima la creación de ese horizonte edafico modificado (aparición del quemado) como paso previo necesario para que aparezcan trufas.

En la exposición que Demerson hace en la revista “Le trufficulteur” se apunta un futuro nuevo para la truficultura: intercalar plantas de polaridad sexual opuesta (+) y (-) micorrizadas con micelios puros de un solo signo crecidos en laboratorio. Pero tal planteamiento, aparte de la dificultad técnica para conseguir esas plantas y el precio que puedan tener, presenta a priori riesgos importantes  dada la escasa variabilidad genética de esos micelios frente a un medio edafico   competitivo y cambiante  y  un periodo de cultivo tan prolongado como es una explotación trufera (30-50 años) que de entrada ya hay que esperar entre cinco y diez años para que inicie la producción.

Parece más razonable partir de una planta bien micorrizada, buscando la máxima variabilidad genética en el inoculo utilizado, e iniciar la aportación de esporas al suelo en un plazo razonable de 4-8 años cuando empecemos a observar  la existencia de los quemados. En las plantaciones en periodo productivo debería ser una prioridad utilizar cada año entre un 5 y un 15% de la trufa recogida para reinocular el terreno pues es el único modo de garantizar de manera permanente en el suelo la presencia de micelios de ambas polaridades. 

Algunos quemados que no producen trufa podría explicarse tal circunstancia por la presencia de micorrizas de trufa de un solo signo: bien de polaridad (+) o polaridad (-).
La adición de esporas de trufa en los sustratos que se emplean para los pozos que se hacen en los quemados favorece sin duda la formación de trufas en estos puntos
 
Mariano Casas

cultivosfotrestales.com

 En relación a los trabajos mencionados por si tuvieseis especial interés en profundizar en este tema:

 >> La secuencia completa de la trufa está disponible en las siguientes páginas:
Genoscope: http://www.genoscope.cns.fr/externe/GenomeBrowser/Tuber/
INRA: http://mycor.nancy.inra.fr/IMGC/TuberGenome/
>> Fuente: “Périgord black truffle genome uncovers evolutionary origins and mechanisms of symbiosis“, NATURE, 28-03-2010, http://dx.doi.org/ ; doi : 10.1038/nature08867.
 
Tuber melanosporum: mating type distribution in a natural plantation and dynamics of strains of different mating types on the roots of nursery-inoculated host plants
1.                  Andrea Rubini1,
2.                  Beatrice Belfiori1,
3.                  Claudia Riccioni1,
4.                  Sergio Arcioni1,
5.                  Francis Martin2,
6.                  Francesco Paolocci1
Article first published online: 22 OCT 2010
DOI: 10.1111/j.1469-8137.2010.03493.x
© The Authors (2010). Journal compilation © New Phytologist Trust (2010)